Historia

Ramón Mesonero Romanos escribe en su libro El antiguo Madrid. Paseos histórico-anecdóticos por las calles y casas de esta villa (1860), la historia de la creación de esta plaza:

La plazuela de la Cebada, formada en los principios del siglo XVI en tierras pertenecientes a la encomienda de Moratalaz, del orden de Calatrava, según se ve por escritura otorgada en 1536 por Rodrigo de Coalla, del consejo de Hacienda y del de Castilla (por quien aparece firmado el perdón que el Emperador dio a los comuneros) y por su mujer, que compraron un quiñón de tierras en dicho sitio, es un descampado irregular, más bien que una plaza pública, y desde su principio estuvo dedicada al comercio de granos, de tocino y de legumbres. En el siglo pasado fue también muy famosa por celebrarse en ella las famosas Ferias de Madrid, y el paseo y bullicio consiguiente, de que aún hemos podido ser testigos en algunos años del presente, en que se han continuado en ella; pero a fines del siglo último adquirió esta plazuela más funesta celebridad por haberse trasladado a la misma las ejecuciones de las sentencias de muerte en horca o garrote; a cuyo efecto se levantaba la víspera en el centro de ella el funesto patíbulo, y las campanas de las próximas iglesias de San Millán y Nuestra Señora de Gracia eran las encargadas de transmitir con su lúgubre clamor a toda la población de Madrid el instante supremo de los reos desdichados. Muchos grandes criminales expiaron en aquel sitio una serie de delitos comunes, y cuando, en este siglo, principalmente, se inventó la nueva clasificación de delitos políticos, muchas víctimas del encono de los partidos o de la venganza del poder regaron con su sangre aquel funesto recinto; 1822, 1823 y 1830 son fechas muy marcadas en aquella plazuela.